22 septiembre, 2014

El Mundial de Vela, la punta del Iceberg. (y 3) No hemos aprendido nada.



Hace unos días mantuve una conversación con un amigo respecto al comentario anterior sobre el parque temático de Raíces Vigorosas creado en Raos-1 como alternativa a la paralización de las obras de incremento de calado en el citado muelle. Mi amigo me puso una vez más en alerta, y es que la ironía es difícil de transmitir en los escritos.

Pero para aquellos que hayan leído tanto la primera como la segunda parte de El mundial de Vela, la punta del iceberg, ahora ya en serio les quiero decir, de forma sincera y directa, que a pesar de esta puta crisis, nuestra puta crisis, la de los ciudadanos y no de los ricos o de los políticos, NO HEMOS APRENDIDO NADA.

Estos mismos políticos que nos recortan en sanidad y en educación, que nos tratan de convencer que los servicios esenciales del estado están mejor en manos privadas, nacionalizan sus frivolidades y sus caprichos para que los paguemos entre todos.

El mundial de vela olímpica es una competición deportiva muy respetable pero como inversión una puta mierda y una puta ruina. A poca gente, casi que a los del pueblo, amigos y familiares les gusta seguir las competiciones popularmente menores como por ejemplo el mundial de bádminton, de vóley playa, o de ajedrez, y por qué no decirlo, de vela olímpica. La diferencia está en que en cualquiera de los otros tres casos citados la inversión sería muy pequeña y la repercusión para la ciudad, para su hostelería y publicitariamente serían idénticos.

En el caso del mundial de vela era necesario acometer una serie de obras muy costosas para las que la iniciativa privada no ha puesto casi ni un duro. El patrocinio ha sido un fracaso. Y la pasta que no ha puesto la iniciativa privada la has puesto tú, que estás leyendo esto, para mayor gloria de un alcalde prefabricado, producto de laboratorio que sin ningún esfuerzo se trajo a Santander un mundial de vela olímpica sin tener que competir con casi nadie. Alcalde que gracias a una estrategia muy simple (la de huir hacia adelante) y un apoyo en la trastienda que flipas, ha conseguido transformar en éxito su dos fracasos más sonados. 
El primer fracaso fue echarle un pulso al mismísimo Sr. Botín y negarle los terrenos frente al parque tecnológico para la construcción del famoso bunker, con los beneficios que ello hubiera supuesto a la capital de Cantabria. Así que cuando el difunto presidente del Banco Santander insinuó que quería construir su Centro de Arte, el Alcalde le dijo… donde usted mande. Y mira donde nos lo cascó.
 El segundo fracaso fue invertir un montón de dinero nuestro, de todos los santanderinos, en lo que era más que un previsible fracasado y a la postre lo fue; la aventura de hacer de Santander capital cultural europea. Nos tumbaron a las primeras de cambio. Para tapar este fracaso se trajo este otro fracaso mundial. El de vela.

La mayor parte de la inversión en obra pública se ha llevado a cabo en unos terrenos propiedad de la Autoridad Portuaria de Santander, perteneciente al ente público Puertos del Estado y a su vez del Ministerio de Fomento. Por tanto tú has pagado unas obras que con posterioridad quedarán para mejorar un entorno que no es precisamente tu barrio, si no el barrio donde vive… vamos que tú ya sabes, coño, que estamos hablando del entorno de Castelar y de Reina Victoria. Entorno que seguro que ha quedado muy bonito, donde tú vas a ir a pasear dos días al año y ellos viven siempre. Y mientras, te vas a seguir quejando de que en tu barrio falta una marquesina o las alcantarillas están jodidas, o las aceras levantadas…
Para mejorar tu barrio no hay dinero. Para mejorar tu atención sanitaria tampoco, y para la educación de tus hijos…

¿Tiene que invertirse el dinero que recauda la Autoridad Portuaria en estas últimas necesidades citadas? Pues No. La Autoridad Portuaria tiene que invertir su dinero en los muelles, en las obras que aporten enriquecimiento, mejora y crecimiento en un mundo portuario altamente competitivo. Obras que aporten mejoras estratégicas y nos haga un puerto medianamente competitivo respecto a los que nos rodean y dentro de nuestras modestas posibilidades. Inversiones que generen más trabajo, lo que genera más empleo y mayor riqueza para la sociedad, más empleo de calidad y mira tú por donde, menos paro. Eso que en las tertulias y el parlamento tanto dicen preocuparles.

El abandono, esperemos que temporal, de las obras en Raos-1 tiene consecuencias inmediatas. Los últimos barcos que están entrando a descargar carbón en ese muelle, vienen cargados muy por debajo del tonelaje que pueden transportar precisamente por falta de calados. Si algún camionero lee esto, imagínese lo que supondría el que por falta de una infraestructura adecuada tuviera que llevar su camión con un 15% de carga menor al que realmente puede transportar.
Además llevamos meses, muchos meses, demasiados meses, oyendo de forma reiterada que se van a acometer las obras para construir Raos-9, cuando esto contrasta con su incapacidad de terminar lo iniciado.
 Nos han vuelto a engañar con la construcción de una nave para transformación de laminados en Raos que iba, o va, a construir Tecnoaranda. La planta de transformación iba, o va, a estar operativa en octubre de 2014, es decir, en menos de cuarenta días, y aún no se ha colocado la primera piedra. En justicia hemos de afirmar que este tipo de engaño no es patrimonio único de los políticos que actualmente están al frente de esta región y de la Autoridad Portuaria, ya que en anunciar proyectos y nunca llevarlos a cabo, el anterior presidente del ente portuario, de otro partido político, estableció un record difícil de igualar.

En definitiva, que aquí se gasta el dinero en embellecer el barrio de los ricos en vez de crear riqueza para la sociedad, nos ponen la patrulla Águila y vamos como gilipollas al parque de las Llamas (por cierto otra obra realizada para mejorar una zona ya de por sí privilegiada) a hacer de figurantes y de paso la ola a nuestros políticos. Así nos va.