Hoy ha fallecido un gran estibador. Un estibador de esos que
se consideran de raza. Heredero de una larga trayectoria familiar y con el
convencimiento de que en él recaía de alguna forma mantener el pabellón
familiar bien alto. Él sabe perfectamente que esa especie de objetivo personal,
le ha cumplido con creces. Todos sus antepasados portuarios desde luego, que si
hay algo en el más allá, le recibirán con el honor y orgullo merecido. El
muelle era la vida de Antonio.
Familia, Fuerza, Corazón. Estas son las tres palabras que yo
elegiría si alguien me pidiera definir a Antonio Fernández Ortube con tres
palabras.
Lo que en principio parecía una cuestión de accidente
laboral, ha sido en realidad otra cosa mucho más grave. Tanto que se le ha
llevado en un abrir y cerrar de ojos. Esto cuesta asimilarlo. Si anteriormente
afirmaba que el muelle era la vida de Antonio, también se puede afirmar que con
su ausencia, el muelle ha perdido parte de su vitalidad.
Como anécdota contaré que su padre y el abuelo de mi esposa
eran primos. Él lo tenía claro; yo era su pariente. Y para mí siempre fue un
privilegio que alguien así te acoja como uno de la familia.
A su verdadera familia, Esposa, hijos, nietos, hermanos y a
su primo Esteban, compañero de profesión de Antonio desde casi niños, les traslado a
través de esta nota el dolor que sentimos todos los estibadores.
Descansa en paz, pariente.