20 septiembre, 2012

Adiós a la draga Loreto.



Publicaba ayer el diario del gobierno de Cantabria la noticia del comienzo del desguace de la draga “Virgen de Loreto”, como si  esta draga tuviera el nombre de la patrona de la aviación. 
No señor periodista, la draga se llamaba sencillamente Loreto.
La noticia no es un mazazo para los que hemos vivido parte de la historia de la entonces Junta del Puerto, o lo que es lo mismo, la historia de los que hacen que esta tenga sentido. La de las personas que en ella han trabajado. Es la típica  noticia que te produce tristeza pero al mismo tiempo te alivia de ver el deterioro y la agonía por abandono de algo que quieres, de algo que aprecias.
Yo viví esa draga. Por circunstancias de la vida, y porque entonces eran otros tiempos en los que esto que voy a contar era posible,  y por razones que no vienen a cuento  pasé algunos ratos de los veranos de mi infancia en esa draga.
La primera vez que yendo con mi difunto padre en la motora Carmen (no Virgen del Carmen como diría el periodista) y me acerqué a la draga, me quedé impresionado. El rugir del rosario; ver como caía el lodo que este sacaba al ganquil abarloado en uno de sus costados, era una imagen impresionante. Cuando además vi el nombre en el Puente, LORETO, me quedé, por razones obvias, asombrado, sin respiración durante unos segundos. Allí estaba de cocinero mi tío Julio Loreto “Puchades”, la primera cara con la que me encontré, la cosa no podía comenzar mejor. Con una cara más amable. Era mi tío Julio un hombre con una salud inversamente proporcional al gran corazón que poseía y padre de un compañero (y primo mío, lógicamente) que trabaja actualmente en la Autoridad Portuaria. Cuando falleció Julio, le sustituyó hasta su jubilación Lupitinio, buenísima persona.  Allí, en la Loreto, estaba de maquinista Máximo de la Fuente, padre de nuestro compañero estibador Maxi, Nando de Patrón Dragador, persona muy querida por mi familia; Benjamín García Pastor de Jefe de Máquinas (al no ser un buque no tenía capitán) ; Setién de Engrasador, el padre de Pedro, compañero de la Autoridad Portuaria;  Lucas, nuestro compañero jubilado en la estiba, también fue marinero en esta draga y si mal no recuerdo, antes que él estuvo en ella su padre. Me vendrán más nombres a la cabeza, pero a esta gente a la que conocí siendo un niño, con menos de 8 años, luego, años más tarde me los volví a encontrar a la mayoría de ellos como compañeros de trabajo. En fin, muchos y grandes recuerdos de esos que te ponen nostálgico.
Lo que lamento profundamente de esta situación, no es que desaparezca la  Draga. Antes lo hicieron todos los buques de la Junta del Puerto a medida que se fueron quedando obsoletos. Lo que lamento es como finaliza sus días. Parecía que iba a quedar como recuerdo, como parte de la arqueología industrial de nuestra bahía.  A mí en principio nunca me gustó como quedó en el Dique de Gamazo. Digamos que no se tenía una buena vista de ella. Había quedado muy baja. Pero bueno, ahí estaba como recuerdo de la vieja maquinaria que contribuyó a engrandecer este Puerto. Y sin embargo, la han ido dejando pudrirse de forma despiadada. Eso es lo que me fastidia. Porque cualquiera de sus “compañeros” tuvieron el final adecuado para un barco. El desguace o el naufragio. Todos tuvieron mejor final y todos los conocí y en todos embarqué: Llegue a conocer su antecesora, la Osa, la Virgen de la Peña, el Fontibre, Suances y Reinosa que eran los gánguiles de la Loreto. El Reinosa fue cedido en 1983 a la Junta de obras del Puerto y Ría de Avilés, El Fontibre fue vendido a Requejada Shipping que lo reconvirtió en carguero con el nombre de Polanco  y  se hundió el 26 de septiembre de 2000 frente a la costa de Lugo, siendo sus seis tripulantes rescatados por el helicóptero de Xunta de Galicia" Pesca 2", conocí y pisé el Remolcador Conde de Ruiseñada, típico remolcador de guerra modificado por sus anteriores propietarios. Sirvió en la Junta hasta 1973 año en que fue vendido a la Sociedad de Remolques y Servicios (Bergé) y fue rebautizado con el nombre de Duende. En 1978 fue revendido a una empresa con base en Algeciras pero nunca llegó a su destino ya que el 6 de marzo se dejó de tener contacto con él, hundiéndose a la altura de Lisboa sin que se conozcan las causas y pereciendo sus seis tripulantes, tres de ellos santanderinos. Durante su pertenencia a la Junta de Obras del Puerto, tuve el privilegio de embarcar en él ya que se encontraba entre la tripulación mi primo José Luis Castillo. Embarqué en las Prietsman 2 y 3. En una de ellas trabajó como fogonero mi tío Lorenzo Castillo. Embarqué en el Ganguil Capegán. Curioso Ganguil fueraborda que servía de apoyo a las Prietsman. He embarcado en la draga Pedreña, en la batea Parayas, en el lanchón del buzo y por supuesto en las motoras Solía (transformada pero en activo), Carmen cedida en los años 80 al puerto de Avilés  y la desaparecida Huera… todos fueron teniendo su momento de obsolescencia, pero todos tuvieron un final algo más digno.
  En este caso ha sido el abandono hasta que fuera tan evidente el deterioro como inviable su recuperación,  para darle matarile. En el fondo, para la gentuza que nos gobierna ¿Qué más da la historia del Puerto? ¿Para que conservar nada de él, si parece que el propio Puerto en sí mismo les molesta? En otros lugares tratan mejor sus reliquias portuarias. Conservan viejas grúas, cuando aquí tenemos una autentica joya que le estorbaba, (acabado en baba), a un banquero y los lameculos de turno se apresuraron a justificar su traslado a un lugar en el que tendría sentido alguno. La iniciativa ciudadana detuvo ese expolio.  En otros puertos conservan viejos tinglados en el centro de la ciudad, de los que se hacían en ladrillo, y los han reconvertido en espacios culturales. Aquí se tiraron todos y lo único que queda, que es Villa-Chis, lo han adornado como si de un muestrario de hules se tratara. Que falta de respeto. Se conserva una  preciosa Priestman, pero está situada donde ningún santanderino jamás la podrá contemplar. Junto a los silos de Cementos Alfa, en Raos 9. Y una vez salvada momentáneamente la Grúa de Piedra, no nos va a quedar más que el propio Dique de Gamazo. Un autentico lujo de dique, realizado en piedra de sillería  colocada creando gradas. Por cierto, y antes de que se me olvide,  la Loreto y la Grúa de Piedra tuvieron una estrecha relación. Cuando la draga realizaba sus paradas técnicas para reparar, sólo la grúa de piedra era capaz de levantar el peso de los cagilones que componían el rosario de la Loreto. Así que fiel y periodicamente, la draga visitaba a la vieja grúa.
Una vez retirada la Draga Loreto, y viendo cómo actúa esta peña, contratarán al mas friki de los arquitectos/diseñadores/hijosdeputa, para convertir el Dique en un jardín botánico o una sala de exposiciones de trajes de lagarterana, pero en cualquier caso en algo que haga olvidar que allí se repararon barcos, que allí hubo industria, la mayor concentración de industria y de puestos de trabajo de alto valor añadido que nunca jamás pudo tener esta ciudad. La ciudad de Santander. Y eso nos lo quieren hacer olvidar. Pero ya estoy yo aquí para recordarlo, para que esto no se olvide.
Ahora el viejo dique tiene que vivir su anteúltima humillación. Él que siempre fue utilizado en labores creativas, él que siempre sirvió para reparar, ahora es utilizado como improvisado desguace. Seguro que le aguardan cosas aún peores. El Mundial de vela está cerca y el mundial de vela todo lo justifica.

Fdo. LORETO, José Loreto.

 En esta foto podemos ver el viejo muelle de Maura, con los viejos tinglados que lo separaban de los jardines de Pereda. En la gran mayoría de las ciudades portuarias de España han conservado alguno de estos tinglados como homenaje al pasado y han sido reconvertidos en salas de exposiciones o museos. Aquí solo conservamos Villa Chis de la que se ve un poquito en la foto, y un hijoputa la ha convertido en una mamarrachada.

En esta vieja foto vemos a un carguero desatracando del muelle de Maura y a la Loreto a la izquierda y a la Parayas a la Derecha en plena faena para hacer de este puerto un puerto más grande.

Aquí la Loreto como siempre la recordaré y como siempre la recordaremos todos los que hacemos algo más que quemar una etapa de nuestra vida en el  puerto. Simplemente el Puerto de Santander es nuestra vida. Es nuestra historia.