Sea por lo que sea, hay quien no solo no respeta “la tregua” navideña, si no que prefiere utilizar estos días para atacarme un
poquito más, en mi ausencia y con un
nuevo alarde de falta de clase y de estilo.
Ataques directos e indirectos. Actuando de una forma más papista
que el papa (con perdón); evidenciando falta de equilibrio y de criterio;
y por último, volviendo a errar en la
dirección del tiro cayendo en aquella famosa y absurda estrategia de darme la
patada en el culo de otros.
A mí me molesta. A los que reciben las patadas ni te cuento.
Pero al menos, el problema de los que están recibiendo patadas o zancadillas, es temporal.
A mí me molesta. A los que reciben las patadas ni te cuento.
Pero al menos, el problema de los que están recibiendo patadas o zancadillas, es temporal.