Ayer se celebró asamblea de estibadores del Puerto de Santander. Quedaban unos flecos para cerrar definitivamente el convenio. Mucho tiempo, demasiado, ha sido necesario para ello. Hemos tardado más en ponernos de acuerdo sobre cómo interpretar el cómputo de la jornada semanal, que en la negociación de todo el convenio. La Asamblea una vez más fue inteligente y entendió que tenemos varios privilegios, entre ellos el de tener cierto margen de administración individual sobre la forma de completar la jornada semanal, pero con el conocimiento de que esta libertad en administarnos no puede suponer en ningún caso el ponernos en la tesitura de preguntarnos ¿Y que pasa si no quiero cumplir la jornada semanal? ¿Que se me descuenta entonces? Estas preguntas, cualquiera que sepa la realidad de quien las realiza es que se descojona a la puta cara del que él. Estas preguntas son una puta indecencia si se ponen en boca de un representante sindical de un sindicato de clase. Si algún representante de un sindicato de clase tuvo en alguna ocasión la idea de defender que no hay que cumplir la jornada semanal que nos hemos fijado en el convenio, acertó no acudiendo ayer a la Asamblea. Lo útil y necesario sería que empezara contestándose a sí mismo aquellas dudas existenciales de ¿quien soy? ¿de donde vengo? ¿a donde voy? cuando tenga claras estas respuestas, ya podrá intentar encontrar respuestas a otras preguntas más complejas. Mientras tanto, quizá debería plantearse si no le queda demasiado grande el traje que le han regalado. ¿Le llegaron a esta sección sindical sus particulares Idus de Marzo? ¿Tú también Bruto? Vamos, que creo que se entiende ¿NO?