Hace unos días publicaban en su blog los compañeros de un
sindicato de estibadores del Puerto de Bilbao un artículo en respuesta a la
intervención del Consejero Delegado de una empresa estibadora en la cámara de comercio de la capital
vizcaína.
La verdad es que da la sensación de que no se han parado ni
un solo segundo a reflexionar si es oportuno o no publicar ciertos datos, y
fundamentalmente los que se recogen en su apartado 1.
El consejero delegado con apellido de gaseosa, como
cualquier empresario de cualquier sector se queja del coste de la mano de obra,
aporta una cifra del costo medio de un
estibador y los compañeros de Bilbao para desmentir esos datos no se cortan un
pelo en afirmar que ellos ganan un 22% menos sobre la cifra aportada.
Pues nada chavalotes. Ahora ya, todo el que sepa manejar una
calculadora de la Señorita Pepis sabe lo que gana –según vosotros- un estibador bilbaíno.
Seguro que todos los estibadores de vuestro puerto estarán
contentísimos y dando saltos de alegría con tanta transparencia.
Y lo dejamos aquí, no vaya a ser que caigamos en lo mismo que
criticamos y nos acabemos metiendo también nosotros en charcos que no son
nuestros.
Porque el debate, compañeros, es otro. Como dijo en el año
1993 en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo un Responsable Estatal de
Puertos del sindicato de ese artículo, y bilbaíno también, “si los estibadores
trabajasen gratis, no repercutiría en el precio final para el cliente, que sería el mismo, o muy parecido”. Por lo tanto, el debate salarial y la presión
empresarial, gubernamental y de ciertos medios de comunicación no es nueva, por
lo que no es oportuno estar dando respuesta permanentemente.
Aquel sí que sabía. Todos le entendieron. Y
sin necesidad de aportar dato alguno.