De forma sorprendente, sin pasar por el pacto de Toledo, anuncia anteayer el Gobierno su propuesta de retrasar dos años la edad de jubilación y aumentar de quince a veinte años el período de calculo de las pensiones.
Estas son las consecuencias de las medidas económicas que desde el principio de esta mil veces negada crisis ha ido adoptando este gobierno y que nos ha convertido, (si no fuera como para llorar), en el hazmerreir mundial de la economía.
Esta medida está contando con el apoyo en los medios de comunicación de esa banda de contertulios que se dedican a crear opinión por la mañana en un programa de radio, por la tarde en otro de otra emisora y por la noche en una televisión, además de una columna en un diario, un periódico digital y una revista semanal, y que opinan, con la misma seguridad y aplomo, lo mismo de economía que de los estabilizadores del Airbús. Que sepa alguno de ellos (Alfonso Rojo por ejemplo) que me cago en todas sus muelas cuando afirma que la medida, entre otras cosas, está justificada porque el máximo esfuerzo que se le exige a un trabajador en España es el de pulsar el botón de encender y apagar el ordenador. Sin comentarios.
Me quedo mejor con la agudeza de Don Antonio García Barbeito que comentaba ayer mismo, "Trabajar es peor que cumplir una condena, al menos cuando cumples condena, por buen comportamiento te reducen la pena, al trabajador este gobierno se la aumenta. Nuestras esperanzas se van reduciendo a ir directamente del trabajo al cementerio. Menos mal que una vez muertos no nos convertimos en residuos nucleares, entonces, encima, no encontrarían donde enterrarnos".
Estas son las consecuencias de las medidas económicas que desde el principio de esta mil veces negada crisis ha ido adoptando este gobierno y que nos ha convertido, (si no fuera como para llorar), en el hazmerreir mundial de la economía.
Esta medida está contando con el apoyo en los medios de comunicación de esa banda de contertulios que se dedican a crear opinión por la mañana en un programa de radio, por la tarde en otro de otra emisora y por la noche en una televisión, además de una columna en un diario, un periódico digital y una revista semanal, y que opinan, con la misma seguridad y aplomo, lo mismo de economía que de los estabilizadores del Airbús. Que sepa alguno de ellos (Alfonso Rojo por ejemplo) que me cago en todas sus muelas cuando afirma que la medida, entre otras cosas, está justificada porque el máximo esfuerzo que se le exige a un trabajador en España es el de pulsar el botón de encender y apagar el ordenador. Sin comentarios.
Me quedo mejor con la agudeza de Don Antonio García Barbeito que comentaba ayer mismo, "Trabajar es peor que cumplir una condena, al menos cuando cumples condena, por buen comportamiento te reducen la pena, al trabajador este gobierno se la aumenta. Nuestras esperanzas se van reduciendo a ir directamente del trabajo al cementerio. Menos mal que una vez muertos no nos convertimos en residuos nucleares, entonces, encima, no encontrarían donde enterrarnos".